Campylobacter

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El género Campylobacter incluye bacterias gramnegativas, curvadas, móviles, que habitan principalmente en el tracto gastrointestinal de animales de granja como aves, vacas, cerdos y ovejas. Su principal especie patógena en humanos es Campylobacter jejuni, responsable de causar gastroenteritis, especialmente en niños pequeños y viajeros a regiones con estándares sanitarios deficientes. La transmisión ocurre principalmente por el consumo de alimentos o agua contaminados, especialmente leche no pasteurizada o carne de ave mal cocida, así como por contacto directo con personas o animales infectados.

Características clínicas

Las infecciones por Campylobacter causan enteritis aguda, cuyos síntomas aparecen entre 2 y 5 días después de la exposición. Los pacientes presentan diarrea (a menudo acuosa o con sangre), fiebre (entre 38 y 40 °C), dolor abdominal y calambres intensos. Otros síntomas comunes incluyen náuseas, vómitos, cefalea y mialgias. La enfermedad suele durar aproximadamente una semana.

Complicaciones

Aunque la mayoría de los casos son autolimitados, pueden surgir complicaciones graves, especialmente en personas inmunocomprometidas. Entre ellas:

  • Bacteriemia: Puede derivar en infecciones sistémicas como meningitis, osteomielitis, artritis infecciosa o endocarditis.
  • Síndrome de Guillain-Barré: Trastorno neurológico autoinmune que se presenta en 1 de cada 1000 casos, con debilidad muscular o parálisis. Puede requerir respiración asistida y no siempre se recupera por completo.
  • Artritis reactiva: Dolor e inflamación articular, generalmente en las rodillas, días o semanas después de la infección. Puede acompañarse de uretritis o uveítis.

Diagnóstico

El diagnóstico se basa en el análisis de muestras fecales, mediante cultivo bacteriano o pruebas moleculares como la PCR, que permite identificar el ADN de Campylobacter. En casos de sospecha de infección sistémica, se realizan cultivos sanguíneos. También se puede determinar la sensibilidad a antibióticos mediante pruebas específicas.

Tratamiento

En la mayoría de los casos, el tratamiento se centra en el manejo sintomático con hidratación oral o intravenosa. Cuando la infección es grave (diarrea sanguinolenta, fiebre alta, deterioro progresivo o inmunosupresión), se recomienda tratamiento antibiótico:

  • Primera línea: Azitromicina por vía oral durante 3 días.
  • Alternativa: Ciprofloxacina, aunque su uso se limita debido a la creciente resistencia bacteriana.
  • Infecciones sistémicas: Imipenem o gentamicina por vía intravenosa durante 2 a 4 semanas.
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