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Chagas

La enfermedad de Chagas es causada por el parásito Trypanosoma cruzi y se transmite a personas y animales mediante insectos (vectores) que se encuentran en América, principalmente en áreas rurales de Latinoamérica. Las personas también pueden infectarse por transfusiones de sangre o transplantes de órganos o tejidos de donantes infectados, de madre a hijo (transmisión congénita), por vía oral a través del consumo de alimentos contaminados con heces de insectos infectados o por exposición accidental en el laboratorio.

Características clínicas: La enfermedad de Chagas presenta diferentes formas clínicas. En la fase aguda pueden producirse algunas manifestaciones clínicas típicas como el signo de Romaña (hinchazón de los párpados). Sin embargo, los síntomas pueden ser muy leves y atípicos, razón por la cual la enfermedad con frecuencia no se detecta en esta fase. También puede presentarse una fase indeterminada, de 8 a 10 semanas después de la fase aguda, que puede durar varios años o indefinidamente, y se puede presentar con o sin manifestaciones clínicas. Por lo general, esta segunda fase se caracteriza por ausencia de síntomas aunque el diagnóstico serológico sigue siendo positivo. Se estima que entre el 15 y el 30% de las personas que sufren la infección de forma indeterminada, sufrirán un daño cardiaco, digestivo o neurológico entre 10 y 20 años después de haber contraído la enfermedad. De ahí la importancia de un diagnóstico certero y oportuno de la enfermedad.

Incidencia: La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la enfermedad de Chagas afecta a 18 millones de personas. Se distribuye por toda América, desde el sur de los Estados Unidos hasta Argentina, mayormente en áreas pobres y rurales de Centro y Suramérica. La enfermedad de Chagas constituye una amenaza permanente para casi la cuarta parte de toda la población de Latinoamérica. Se estima que aproximadamente de 8 a 11 millones de personas en Méjico, América Central y Suramérica tienen la enfermedad de Chagas, la mayoría de los cuales no saben que están infectados.

Diagnóstico: Detección del agente patógeno o de sus productos en tejidos o fluidos del huésped (métodos parasitológicos)- no es siempre fácil debido a la baja presencia del agente infeccioso y a la falta de sensibilidad del los métodos utilizados. Los métodos serológicos son una herramienta valiosa para el diagnóstico de la infección: Inmunofluorescencia Indirecta (IFI), Hemaglutinación Indirecta (HAI) y Pruebas enzimáticas de ELISA. Desde hace algunos años, la técnica de PCR ha sido introducida como método de diagnóstico parasitológico en las diferentes etapas de la enfermedad- la Biología Molecular permite la detección precoz en recién nacidos, evitando falsos positivos por los anticuerpos heredados de la madre.

Tratamiento: Hay dos formas de abordar el tratamiento y ambas pueden ser eficaces: tratamiento antiparasitario, para matar al parásito, y tratamiento sintomático, para controlar los síntomas y los signos de la infección. El tratamiento etiológico de la enfermedad de Chagas está dirigido a eliminar el parásito del organismo del hospedero y evitar la aparición y/o progresión de lesiones viscerales, procurando la cura total del paciente.

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