Aceptar Esta web utiliza cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí.

Coxiella burnetii

La bacteria Coxiella burnetii es la responsable de la fiebre Q, zoonosis de distribución mundial. La fiebre Q es una enfermedad sistémica que puede producir neumonía atípica, síndrome febril, hepatitis o endocarditis. Puede infectar un amplio rango de animales, además de numerosas especies de garrapatas. Generalmente los humanos adquieren la fiebre Q al inhalar aerosoles o polvo contaminados. 

Características clínicas: Los tres tipos principales de síntomas de la fiebre Q aguda incluyen: síndrome seudo gripal, neumonía y hepatitis. La neumonía se puede presentar hasta en una tercera parte de los individuos y la mayoría de los casos son relativamente leves. La fiebre Q crónica se desarrolla en individuos que han estado infectados durante más de seis meses sin un tratamiento efectivo y su principal signo es la infección de las válvulas del corazón o endocarditis. Otras características menos comunes de la fiebre Q crónica son la cirrosis y la cicatrización pulmonar (fibrosis pulmonar intersticial).

Diagnóstico: El diagnóstico de la fiebre Q está basado en los métodos serológicos debido a que el aislamiento de muestras clínicas es difícil.

Durante la fase aguda se detectan anticuerpos IgM, que aparecen en la segunda semana de enfermedad y desaparecen a partir del cuarto mes. A las 4-8 semanas del inicio de la enfermedad se detecta el máximo nivel de anticuerpos IgG. En aquellos casos de fiebre aguda en que se detecten anticuerpos IgG a título elevado, es muy probable encontrar también IgM. En los casos crónicos de enfermedad (endocarditis) no está presente la IgM.

La mayoría de los laboratorios emplean emplean la inmunofluoprescencia indirecta (IFI) o el ELISA para el diagnóstico serológico. Ambas pruebas tienen buena sensibilidad y especificidad. La IFI se emplea con más frecuencia cuando existen limitaciones de equipamiento o espacio, o cuando el número de muestras es pequeño. Tiene la ventaja añadida de permitir emplear simultáneamente antígenos de fase I y II. El ELISA tiene una gran sensibilidad, es fácil de realizar y de automatizar, y resulta muy útil en estudios seroepidemiológicos.

C. burnetii presenta dos formas antigénicas de gran utilidad en el diagnóstico de la fiebre Q: el antígeno de fase I (microorganismos virulentos con LPS liso) y el de fase II (microorganismos avirulentos con LPS rugoso). La determinación del nivel de anticuerpos frente a cada uno de estos antígenos puede ayudar a diferenciar la fiebre Q aguda de la crónica. En los pacientes en fase aguda, los títulos frente a fase II son superiores a los títulos frente a fase I, mientras que en lo crónicos ocurre lo contrario; en los pacientes crónicos de fiebe Q que presentan endocarditis, los niveles de IgA sérica pueden estar muy elevados.

Tratamiento: el tratamiento principal para la fiebre Q es con antibióticos. Se recomienda la doxiciclina para tratar la fiebre Q aguda en su primera fase. En el caso de la fiebre Q crónica, se utiliza con frecuencia una combinación de doxiciclina e hidroxicloroquina; el tratamiento suele prolongarse durante varios meses.

Newsletter

Reciba todas nuestras novedades en su correo electrónico